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domingo, 24 de septiembre de 2017

LAS CIENCIAS SOCIALES Y HUMANISTICAS EN LA ENSEÑANZA UNIVERSITARIA. LIMITACIONES Y DIFICULTADES

Esteban Morales Domìnguez


No me resulta difícil escribir sobre La Universidad de La Habana y de los estudios universitarios en general; sobre todo de la mencionada, a la que ingresé en 1962 y de la que me jubilé en el 2010.

Desde 1964 no tuve otro centro de trabajo. O sea que le dedique 46 años de mi vida laboral activa.  Y aun continúo impartiendo cursos de maestría: sobre Economía Norteamericana, Relaciones Cuba-Estados Unidos, Relaciones Raciales en Cuba, Raza y Cultura en los Estados Unidos. No me he arrepentido de hacerlo, porque el contacto con los estudiantes, que a veces son personas mayores, me rejuvenece y estimula mucho. Además de que colaboro con la Cátedra del Adulto Mayor.

Sirviéndome todo de un perenne aprendizaje. Soy maestro desde 1960, en que me incorporé al primer contingente de Maestros Voluntarios de Minas del Frio, en la Sierra Maestra y para mí el magisterio ha sido mi vida toda.

Por tanto, particularmente, el tiempo en la Universidad de La Habana, ha sido prácticamente mi completa vida laboral, por lo que me siento en condiciones de hablar sobre ella, casi como de mi propia casa.

La Universidad de La Habana cuenta con una bellísima historia. Fidel ha dicho que en ella se hizo revolucionario.

Fue siempre una institución, en la que ciencia, política y lucha revolucionaria, se coaligaron para hacer de la misma un símbolo paradigmático de nuestra historia cultural y política.

No se puede escribir la historia de Cuba, desde su fundación en 1726, sin mencionar a la Universidad de La Habana. Fue la primera universidad. Después se fundaron otras dos: en Santiago de Cuba y Villa Clara como universidades públicas, para sumar tres en todo el país. Por lo cual resultaba prácticamente imposible para muchos jóvenes, realizar estudios universitarios si no disponían de recursos para vivir en las capitales de provincias donde existían universidades. Situación que fue resuelta, a partir del plan de becas universitarias creado con posterioridad al triunfo de la revolución. Decisión que coronaba la importancia que la Revolución Cubana siempre le ha dado a la educación.

Durante el siglo XX la Universidad de La Habana, se destacó por jugar un papel fundamental en la lucha revolucionaria. Una de las organizaciones, que desempeñó un papel fundamental en esa lucha fue la FEU, fundada en 1923, que se caracterizó siempre por su espíritu combativo y revolucionario. Nombres como los de Julio Antonio Mella (fundador), José Antonio Echeverría, y otros muchos revolucionarios, pasaron a engrosar la larga lista del martirologio revolucionario. Actividades como los enfrentamientos con la policía de la dictadura de Fulgencio Batista y el asalto al palacio presidencial en 1957, La Carta de Méjico, firmada por Fidel Castro y José Antonio Echevarría, forman parte de la larga historia de la lucha estudiantil, que contribuyó al derrumbe de la dictadura bastitana en 1958.

La Revolución del 30, en la que los estudiantes desempeñaron un gran papel y que la restauración echo a bolinas, sin embargo, no logro revocar la autonomía lograda y de la cual solo cabe decir, que se prescindió de ella ante la convicción de que la sociedad que lanzaba el proyecto revolucionario de 1959, aportaba la respuesta a las demandas que justificaron la lucha por la Autonomía Universitaria.

La universidad de La Habana, hasta el comienzo de la segunda mitad de los años   setenta, albergaba en su seno todas las carreras universitarias, desde las ciencias naturales y exactas, hasta las humanidades, las ciencias sociales, agropecuarias y las médicas, incluida las veterinarias.

Durante los años 60 y 70, la Universidad se vistió de obreros, campesinos y sus hijos. Quienes, por primera vez, de manera masiva, tuvieron oportunidad de acceder a los estudios universitarios, lo cual varió sustancialmente su composición social. Se puede decir que desde entonces la universidad fue para los revolucionarios. Tanto por su alumnado como por el profesorado, engrosando su claustro por medio del fuerte Movimiento de Alumnos Ayudantes, los que desempeñaron una función fundamental, al suplir la ausencia de muchos profesores que se marcharon del país. Vivimos esa época, en que uno se paraba y explicaba Economía Política y otro del grupo se ponía de pie y explicaba Estadística Matemática. Siendo en medida importante, nuestros propios profesores.

Hacia la segunda mitad de los años 70, se produce un cambio estructural, de la organización académica universitaria, que género las modificaciones generales siguientes:

Las antiguas denominadas escuelas, en su mayoría, se transformaron en facultades universitarias.  

De la Facultad de Humanidades, que contaba con siete escuelas, emergieron, como facultades independientes, Ciencias de la Información o Periodismo, Lenguas Extranjeras, Derecho, Filosofía e Historia, Letras y Artes y un nuevo Departamento de Sociología.

Al reformular la estructura de la antigua Facultad de Humanidades, formada hasta entonces por un grupo de Escuelas; en mi opinión, se cometieron dos errores básicos que afectaron el desarrollo de las ciencias sociales en general, incluidas las humanidades. Decisiones que fueron tomadas por razones meramente burocráticas, dado que se fundamentaban en la necesidad de no tener tantas facultades. Cuando en realidad, el desarrollo alcanzado ya sugería pasar a facultades, todas las áreas que hasta entonces habían sido escuelas.

El primero de los errores, de este periodo, fue eliminar el antiguo departamento de Sociología, que ya tenía las condiciones para devenir una facultad; obedeciendo tal decisión al prejuicio de considerar a la sociología como una ciencia burguesa de actitud contestataria al Materialismo Histórico. Es decir, más de 20 años después, cometíamos con Sociología, el mismo error que habían cometido los soviéticos en la década del 50. En medio de esta situación, el departamento de sociología se disolvió, se perdió la experiencia acumulada y casi todos sus profesores más experimentados, abandonaron la Universidad, buscando ocupación en otras áreas. También en 1976, seria eliminado el entonces Departamento de Antropología, por similares razones. Lo cual comprometió sobremanera la formación de antropólogos en Cuba. Situación que aún no ha podido ser regularizada.

Posteriormente, se fundaría otro departamento de sociología, que aún hoy, no ha logrado acumular la experiencia académica del primero. Estas decisiones estuvieron vinculadas  a concepciones dogmáticas subyacentes  en el llamado Departamento de Marxismo-Leninismo  del Ministerio de Educación Superior (MES)  y cierta corriente ideológica, compartida entonces  dentro de la estructura  partidaria  y  alimentada  por un grupo de viejos e ilustres profesores dentro de la propia Universidad de La Habana, apoyados por instancias externas, y que habían sido las mismas que preconizaron la liquidación del primer Departamento de Filosofía y la eliminación de la  revista Pensamiento Crítico. Se trataba de una lucha ideológica que se libraba entre los que pretendíamos ir más allá del llamado” Marxismo Clásico” importado de Europa socialista, así como, sin negar ese Marxismo, tomarlo, para asentar más la teoría en nuestras experiencias nacionales. Y lo que querían hacer del marxismo importado, la biblia de nuestro proceso revolucionario.

El segundo error, fue cometido al unir a la antigua Escuela de Historia con el nuevo Departamento de Filosofía (Llamado entonces de Marxismo Leninismo). A lo que se sumó también la antigua Escuela de Ciencias Políticas. Sacrificando el nivel ya alcanzado por la Escuela de Historia, que estando entre las que más se destacaba por su claustro, hubiera podido convertirse en una facultad, uniéndola con Filosofía y Ciencias Políticas, que pudieron haber quedado como simples departamentos de servicio docente.

Para la época mencionada dominaba en la mayoría de las áreas de Ciencias Sociales y Humanidades, excepto en Economía, la que podemos llamar una corriente “docentista”; es decir, una actitud que priorizaba a ultranza la docencia, poniéndole muchos obstáculos teóricos y estructurales a la investigación. Siendo este también el momento en que el Cro. Fidel, fundó los conocidos como Equipos de Investigaciones Económicas, dentro del Instituto de Economía de la Universidad de La Habana.

Por nuestra parte, entonces, dentro del vicedecanato de investigaciones de la antigua Facultad de Humanidades, se fundaron también Grupos de investigación, como fueron los de América latina, Religión, Estudios Cubanos, África y Medio Oriente, y Estados Unidos, los que en su mayoría devendrían posteriormente en Centros de Investigación.

Estos grupos de investigación estaban integrados por figuras muy destacadas de la academia de entonces, tales como: Fernando Portuondo, Hortensia Pichardo y Juan Pérez de La Riva, profesores con los que la academia Universitaria tiene una deuda impagable. Junto a ellos, despuntaban algunos entonces jóvenes profesores de los cuales no menos de cuatro, hoy ostentan el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanidades, tales como: Fernando Martínez, Aurelio Alonso, Juan Valdés Paz y Rolando Rodríguez; aunque haya que recordar también que no pocos de ellos   eran rechazados por la “cavernaria ortodoxia”, subyacente en la entonces docencia de las Ciencias Sociales y Humanísticas en la Universidad de La Habana.

Para entonces la confrontación entre docencia e investigación, llenó un espacio importante en la lucha ideológica dentro de la antigua facultad de Humanidades y de la Universidad de La Habana en general. No pocos defendían la absolutización de la docencia como la única tarea fundamental. Mientras otros defendían la idea de que sin investigación la docencia no tendría la calidad necesaria para cumplir con el cometido científico que debía desempeñar la Universidad. Para entonces, ya hacía tiempo, que el Cro. Fidel había dicho que “…Cuba debía ser un país de hombres de ciencia y de pensamiento”.

Como histórico primer error ya había sido disuelto el antiguo Departamento de Filosofía, el que incluso se había creado al amparo de la Reforma Universitaria y también   se   había eliminado la revista Pensamiento Crítico. Dos acciones de las que considero nunca podremos arrepentirnos lo suficiente. Dado que ambas áreas, tanto el departamento como la revista, habían servido para introducir dentro de un camino propio e independiente a las ciencias sociales y humanísticas cubanas. Habiendo respondido tales decisiones más a ciertas actitudes de dogmatismo, ortodoxia negativa y de enfrentamiento político-  ideológico mal interpretado y comprendido, que a necesidades reales de defender la ideología de la revolución.

La revolución estaba en peligro entonces, como lo ha estado siempre; pero para la época, el peligro ideológico como tal, provenía de la confusión entre la defensa de depender de un marxismo importado, o trabajar inteligentemente para generar nuestra propia versión. Dentro de eso líderes políticos como Fidel Castro, Osvaldo Dorticós, Carlos Rafael Rodríguez y Armando Hart, se percataban de ello, por lo que visitaban frecuentemente el Departamento de Filosofía.

Por él pasaron casi todas las personalidades intelectuales y políticos de ese tiempo y muchos impartieron cursos y conferencias. Desarrollando actividades de debate que nutrían fuertemente los esfuerzos por encontrar los denominados por Ernesto Guevara, “caminos propios”. Por oposición a los que el mismo les llamo “Los caminos trillados”.

Pero la corriente dogmática, triunfó, resultado de la influencia soviética, con no pocos representantes entre nosotros. La experiencia particular, que habría de conducirnos por los ya exigidos caminos propios, se frustró. A lo que le siguió una época de cierta confusión ideológica y hasta de cierto “oscurantismo”. Lo que comenzaríamos a superar, con posterioridad a la implosión de la antigua URSS y el resto del llamado Campo Socialista, sobre lo cual ya el Cro. Fidel había alertado. Lo que a su vez trajo como consecuencia que no tuviéramos más remedio que tratar de andar por nuestros propios caminos, aunque ello no significo nunca una renuncia al Marxismo verdadero.

Sin embargo, para entonces, ganó el dogmatismo y las fuerzas que se oponían a lo que estaba ocurriendo en el orden ideológico, ganaron la batalla. El Departamento de Filosofía “voló en pedazos” y la revista Pensamiento Crítico no volvió a publicarse. Hoy muchos conservamos la colección y otros la buscan afanosamente.

Tratándose de una historia, que, en el contexto político-ideológico entonces prevaleciente, siempre sería posible de repetirla. Como ocurrió   pocos años después, cuando fueron desmembrados otros Centros de Estudio: CEA, Europa y África más tarde. Salvo el Centro de estudios sobre Estados Unidos. Más tarde desaparecería también el Departamento América, a cargo de los asuntos de Estados Unidos, dentro de la estructura del Partido.

Hoy pretendemos restañar los errores y solucionar las ausencias, pero de un modo que no considero para nada acertado. Pues tratar de gestionar y formular la política exterior solo desde las propias instituciones del gobierno, no resulta un buen método para enfrentar la experiencia de siglos que se nos viene encima. Además, la experiencia acumulada que yo creo fue exitosa, no dice que las instituciones de investigación que tienen que ver con la política exterior, puedan estar dentro de los propios organismos gubernamentales. Lo cual se convierte en una trampa, porque el enemigo, afanoso por acercarse a las interioridades de nuestro proceso de formulación de política, conoce de antemano donde buscarlo, sabe dónde está y de donde sale, quienes participan. Mientras que años atrás eran tantos los centros participantes, las correlaciones gobierno-instituciones académicas “bajo cuerda”, que no era posible saber a dónde estaba la verdad y donde la “mascarada”. Estando ahora al descubierto, cuando más necesitamos el ocultamiento y las fachadas falsas. A no ser que todo ello, no sea más que la vitrina de exhibición para una diplomacia encubierta. Aunque no olvidemos que la política exterior de Estados Unidos tiene vitrina, tienda y trastiendas.

Así,  desaparecieron áreas del campo de las ciencias sociales y Humanísticas  y  del campo de las Relaciones Internacionales, que habían logrado un nivel de desarrollo,   que nos indicaba, que dentro de la Isla, el marxismo leninismo, la formación de política, lograría tomar sus propios caminos,  evitando la copia del marxismo soviético, que lamentablemente prevaleció por muchos años y que produjo un retraso  en las Ciencias Sociales y Humanísticas en Cuba, que solo recientemente hemos comenzado a superar. Creo que ahora necesitaríamos mucho, de casi todo eso que hemos eliminado.

Recuperación, que, en parte, se va logrando sobre la base de un proceso de producción científica de nuestras Ciencias Sociales y Humanísticas, e internacionales, que, en ciertas Instituciones Académicas, miran mucho más hacia nuestras realidades propias y sus particularidades históricas que para las experiencias ajenas; no siendo posible despreciar lo que estas experiencias mencionadas, contribuyeron a nuestra actual formación. Una formación que nos enseñó a formular política, sin que nos la adivinaran tan fácil. Aunque solo fuera ello necesario para no repetir las cuestiones negativas del periodo analizado.

No estoy en condiciones de explicar cómo fue este proceso en el resto de las universidades, pero lo que sí me es posible afirmar, es que lo ocurrido especialmente en La Universidad de La Habana y otros centros, afectó a todo el país. Tanto por las instancias y niveles de donde provinieron los errores cometidos, como por Las afectaciones a La Universidad de La Habana, la que siempre fue una institución líder en los campos mencionados.

Sin dudas, las decisiones tomadas entonces, produjeron un daño casi irreparable al desarrollo de las Ciencias Sociales y Humanísticas y de las Relaciones Internacionales, particularmente, en La Universidad de La Habana, pero también en el país, de lo que no ha sido posible aun recuperarnos totalmente.

No hay más que observar detenidamente, las dificultades en que se encuentran las Ciencias Sociales y Humanísticas en el resto de nuestros centros de educación superior. No se ve que necesitaríamos campos del conocimiento que aún están en pañales. Como son los Estudios Raciales y los de Estados Unidos. Habiéndose alertado ya hace tiempo sobre estos últimos, acerca de la necesidad de que en cada Universidad existiera al menos un Grupo de Trabajo que le hiciera frente a estos temas para dar atención a esa avalancha de visitantes, que ahora exploran nuestras Universidades. Preguntando casi siempre por como son estudiadas las relaciones raciales en Cuba y como son abordados los temas de las relaciones con Estados Unidos.

Adicionalmente, me preguntaría cuanto de lo valioso que se publicaba y se publica en Cuba hoy será   utilizado en las aulas; y pienso en los libros de muchos de esos profesores de los que se ha prescindido, o de revistas especializadas que incluyen la ensayística histórico-social, y el debate actual, revistas tales como Temas, Casa de las Américas, Caminos, Catauro, La Gaceta, Unión y otras.

He constatado que muchos estudiantes conocen nuestros trabajos sólo después de que se gradúan, o porque los descubren casualmente en internet.  Claro, no es algo que pueda mostrarse estadísticamente, pero estoy seguro que la producción en materia de literatura llega a las aulas de las Facultades de Letras y Artes más fluidamente que la de la problemática política, social y de Relaciones Internacionales, Relaciones Raciales y sobre Estados Unidos, a las de Filosofía, Derecho, Historia, Sociología, Comunicación social y otras.

Mención especial merece, qué trabajos enfocados al tratamiento de la problemática de las Relaciones Raciales en Cuba, apenas circulan en nuestras Universidades. Produciéndose la realidad de que ese lado complejo y “oscuro” de nuestra cultura, apenas es enfocado    en nuestros estudios universitarios.

Cuanto de lo positivamente crítico para el desarrollo de la Revolución y del País se pierde para la lectura de nuestros estudiantes y nuestro pueblo. Sobre todo, si tomamos en consideración, que nuestra prensa nacional apenas los   publica de manera sistemática.

Sobre todo, si también tomamos en consideración, que en años recientes y aun hoy se adoptan decisiones políticas, que limitan sobremanera la relativa independencia que se debe tener en estos campos de las ciencias para lograr hacer avanzar la creación científica.  Son varios los ejemplos de profesores que han sido objeto de represalias administrativas y políticas por criterios expresados, o por las publicaciones donde los han expresado. Lo cual creo valdría la pena analizar detenidamente.

Tales acontecimientos son relativamente recientes, por lo que en medio de las situaciones que hoy vivimos, no es posible pensar que las Ciencias Sociales y Humanísticas, e Internacionales, al menos   en nuestras universidades, estén en condiciones de enfrentar fuertemente los nuevos desafíos presentes, ante la guerra cultural con Estados Unidos en la que ya estamos inmersos.

Solo la Facultad de Economía pudo, en cierto modo, liberarse de los errores cometidos, al contar con una fuerte tradición curricular, un profesorado más cercano a la investigación, y un claustro que no pudo ser llevado a seguir la línea que si fue impuesta en otras áreas. En esta, por iniciativa de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, docencia e investigación tendieron siempre a marchar juntas.

En particular, La Universidad de La Habana, que cuenta todavía con un fuerte potencial científico en las ciencias sociales, y Humanísticas, hoy atraviesa una situación, en la que la mayoría de sus profesores en el campo mencionado, apenas aparecen en los eventos científicos, casi no escriben, no aparecen en los medios, apenas producen resultados de alta calidad, y casi no opinan sobre los fenómenos   actuales del país. La inmensa mayoría de los que logran hacerlo, es porque han buscado refugio para la creatividad en otras instituciones fuera de las Universidades, no viéndose entonces atrapados en la madeja burocrático académica y de cierta intolerancia para la crítica, que a veces domina nuestras instituciones universitarias.

Por lo que las personas que más se destacan en el campo de las Ciencias Sociales y Humanísticas en nuestro país, por lo general, ya no están dentro de Las plantillas Universitarias.  Historiadores, economistas, sociólogos, politólogos, internacionalistas, etc. Todos van buscando un espacio que se les abra para la creatividad, la labor crítica y la creación científica.  Ambiente que por lo general no encuentran en las Universidades, sino en otras instituciones, como el Centro de Estudios de la Cultura Cubana Juan Marínelo, el Centro de Estudios Sicológicos y Sociológicos, La casa de África, El Centro Martin Luther King, el Centro pablo de la Torriente, Casa de las Américas, centro Che Guevara, la UNEAC; Fundación Fernando Ortiz y en Grupos   de Debate como Jueves de Temas, Dialogar, Criterios, y otros.

Por lo que dado los acontecimientos que han tenido lugar, no es difícil percatarnos de que, políticamente hablando, no se ha sido capaz de generar un ambiente de verdadera libertad de pensamiento, independencia académica y creatividad, que tan necesarios son al avance de las Ciencias Sociales y Humanísticas. Por lo que solo al margen de ese ambiente viciado por el dogmatismo, la persecución del pensamiento propio e independiente y la sanción de toda idea que no comulgue con lo que es considerado por algunos como lo   establecido, ha resultado posible en estos años, la emergencia paulatina de un pensamiento saludable, crítico, creativo y salvador.

La enseñanza universitaria   se va quedando   carente de   sus mejores cuadros, en el campo de las ciencias sociales y Humanísticas, imposibilitados de sobrevivir en el ambiente   que en estas se ha generado para el pensamiento creador y la crítica revolucionaria de la realidad que nos rodea.

No me refiero a otros campos de la ciencia universitaria, como las Naturales y Exactas, que no domino; aunque viví la realidad de que durante muchos años en ellas se está logrando mucho más.

Muchos de los centros de los polos científicos, tuvieron su Alma Mater en la Universidad de La Habana. Ella misma fue generando centros en la Facultad de Economía, tales como el Centro de Estudios de la Economía Cubana, Centro de Estudios de Economía Internacional, Centro de Estudios Demográficos, FLACSO, Centro de Estudios sobre Estados Unidos, Administración Pública, Centro de Técnicas de Dirección;   que por particularidades del área económica, ya explicadas, lograron un poco no totalmente,  escapar a los problemas políticos que afectaron al resto de las Ciencias Sociales y a las Humanidades.

En el área de Ciencias Naturales y Exactas dentro de la Universidad de La Habana, hubo sus polémicas entre los Físicos y los Químicos, pero terminaron generando dos centros de investigación muy importantes. Dedicados a la producción de componentes para la Electrónica.

Los Médicos y Veterinarios que salieron de la Universidad, fundaron centros como el CENIC, el CENSA, la Estación INDIO HATUEY, el ICA, y otros, que, aun siendo más jóvenes, puede considerarse también herederos de los avances que han tenido las Ciencias Naturales y Exactas dentro de la Universidad de La Habana.

Pero respecto a las Ciencias Sociales Humanísticas, de manera inmediata, dentro de La Universidad de La Habana, no tengo esperanza de que la situación pueda solucionarse. Pues esta última ha perdido la presencia política, el prestigio académico y cultural que otrora tuvo.

Considero que urge investigar a fondo  la situación y adoptar  las  medidas necesarias para que el potencial científico e intelectual, en el campo de las Ciencias Sociales y Humanísticas,  no se afecte  y para que  se  pueda  disfrutar, cuanto antes,  de un ambiente de confianza, respeto y  consideración política,   que les permita a nuestros científicos sociales,  desplegar la crítica revolucionaria  tal y como la   ha reclamado  nuestro  Presidente Raúl Castro,  y como el  país  lo necesita en estos momentos de sumo peligro  para la supervivencia de la Revolución.


La Habana, agosto 30 del 2017.

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